lunes, 30 de agosto de 2010

LA ARQUITECTURA VERNÁCULA COMO POESÍA.


Luís Barragán decía:
“Una redundancia ociosa, pues si una arquitectura no es del lugar, entonces no es arquitectura”.

Se dice que la arquitectura vernácula es la obra de arte que consiste en el espacio expresivo, delimitado por elementos constructivos para precisar el acto humano perfecto (existir, vivir), no necesariamente implica ser una obra maestra; debe ser tan emocionante como sus espacios, como la seducción que probamos ante algo bello que nos hace perder los sentidos y la voluntad, inspirada en una armonía total, es algo que se da muy pocas veces, pero es el objetivo, hallando inspiración y estímulo propio.

El Espacio expresivo.

Los espacios llenos de poesía, de belleza, se convierten en un estímulo para el espíritu que se difunde en el esplendor con la necesidad de lo contemplativo. Por eso el espacio invita al silencio, única actividad posible para oír la música de las esencias.

La arquitectura deriva de la interrelación de tres sistemas, decía Barragán:
En primer lugar el de la Creación,
En segundo lugar el de la ciudad, y
En tercer lugar el del Edificio.
Formulando así su super-ecosistema, un acuerdo entre la Naturaleza, la comunidad humana y el Individuo.

El genio creador se cultiva con la humildad lograda en una filosofía personal que sólo se alcanza en la contemplación, guiados por un sentido común, modesto y acertado, manifestado de forma involuntaria, siendo un privilegio del genio creador del arquitecto.

Intentando formular en la mente las lecciones de toda buena arquitectura para evaluar correcta y objetivamente el proceso arquitectónico original, anticonvencional, que no pierde la forma inequívoca de su autor, siendo cada uno de estos espacios, la respuesta de una misma persona a diversas cuestiones.